
De las canchas locales a las ligas globales: Colombia se posiciona como potencia exportadora de futbolistas
Según cifras del Observatorio del Fútbol del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), en 2024 Colombia aparece en la séptima posición mundial entre los países con más jugadores expatriados, con 433 futbolistas formados en el país que juegan en ligas del exterior. Esta cifra representa un crecimiento de 19% frente a 2020, cuando el país tenía 351 jugadores migrantes.
La llegada de la Copa Mundial de la FIFA 2026 es inminente. Millones de personas alrededor del mundo se preparan para ser espectadores del que, sin duda, es uno de los eventos deportivos más importantes del planeta. Su impacto va más allá de lo cultural o emocional: el fútbol mueve economías completas. En su última edición, Qatar 2022 generó ganancias que superaron los USD 10.000 millones, demostrando que el deporte rey también es una poderosa industria global.
Sin embargo, los beneficios económicos del fútbol no se limitan al país anfitrión. “Naciones como Colombia, donde este deporte es parte esencial de la identidad cultural, también se ven beneficiadas, tanto por el consumo que el deporte genera como a través de la exportación de talento deportivo; cada vez más futbolistas colombianos encuentran oportunidades en ligas internacionales, llevando consigo
no solo su talento, sino también una parte del valor económico y simbólico del país”, puntualizó Javier Díaz Molina, presidente ejecutivo de Analdex.
Aquí es importante hacer un paréntesis, pues, tradicionalmente, cuando se habla de exportaciones, se piensa en bienes tangibles: café, flores o petróleo. No obstante, en las últimas décadas ha crecido la participación de las exportaciones de servicios, un rubro que incluye sectores como el desarrollo de software, las consultorías, los call centers, las industrias creativas (producción audiovisual, animación, música, entre otros) y el turismo.
Este último reflejado en los rubros de viajes y transporte, que entre enero y septiembre de 2025 crecieron 10,2% y 15,9% frente al mismo período de 2024 respectivamente, impulsados también por servicios asociados al fútbol.
En conjunto, las exportaciones de servicios representaron el 27,9% de las exportaciones totales con corte al tercer trimestre de 2025, de acuerdo con cifras del Banco de la República.
En este contexto, el fútbol puede entenderse también como una exportación de servicios profesionales, en la que el producto es el talento del jugador y la prestación se realiza en el extranjero. La salida de jugadores a otros países genera ingresos por transferencias internacionales, derechos de formación y solidaridad FIFA, además de aportar a la imagen del país como exportador de talento competitivo.
Jugadores como Luis Díaz, Jhon Arias o Luis Suárez son algunos casos actuales que podemos tomar como referente. Los tres fueron algunos de los protagonistas en la prensa internacional este año, más allá de su desempeño en la cancha, por su valor en el mercado internacional de fichajes; ‘Lucho’ Díaz fue vendido al Bayern Múnich en un movimiento de 70 millones de euros, la segunda transferencia más costosa por un jugador colombiano en la historia, solo por detrás de James Rodríguez, cuando fue vendido al Real Madrid en 2014, por 80 millones de euros.
Si bien existen jugadores consolidados que llevan años participando en ligas internacionales, Colombia exporta cientos más al mercado internacional. Según cifras del Observatorio del Fútbol del Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), en 2024 Colombia aparece en la séptima posición mundial entre los países con más jugadores expatriados, con 433 futbolistas formados en el país que juegan en ligas del exterior. Esta cifra representa un crecimiento de 19% frente a 2020, cuando el país tenía 351 jugadores migrantes.
El aumento sitúa a Colombia entre los orígenes de mayor expansión en el periodo reciente, superado solo por potencias exportadoras como Francia, Argentina, Inglaterra y Brasil, todos ellos campeones del mundo.
Hacia las ligas de CONMEBOL, somos el tercer mayor exportador después de Argentina y Uruguay, con 154 jugadores. Pero el papel de Colombia resulta aún más significativo en Norte y Centroamérica, donde Colombia lidera el mercado con -coincidentemente- 154 jugadores, superando a Argentina y siendo reconocido como la principal fuente de talento externo para esas ligas. Esta fuerte presencia explica el creciente peso de Colombia tanto en las transferencias, como en los servicios asociados al deporte profesional y en la economía del entretenimiento vinculada al fútbol.

Fuente: Analdex con datos de CIES.
Es importante, por tanto, plantear las formas en las que un club nacional puede beneficiarse económicamente de la venta de un jugador. Una de ellas, aunque obvia, es la venta directa: entre los clubes y los agentes se negocia un precio por el traspaso y, al llegar a un acuerdo, se realiza una transferencia bancaria internacional supervisada por el FIFA TMS (sigla en inglés del Sistema de Correlación de Transferencias).
Por ejemplo, según el portal especializado Transfermarkt, Atlético Nacional recibió alrededor de USD 1,75 millones por la venta de Édier Ocampo a los Vancouver Whitecaps, en agosto de 2024.
Otra forma en que un club colombiano puede beneficiarse de una venta es el mecanismo de solidaridad. Se trata de una norma de la FIFA que establece que el 5% del valor de un traspaso internacional debe repartirse entre todos los clubes que formaron al jugador entre los 12 y los 23 años. La FIFA determina, además, que el porcentaje varía según la edad: entre los 12 y los 15, cada año equivale al 0,25 % del total del traspaso (4 años × 0,25 % = 1 %); mientras que entre los 16 y los 23, cada año equivale al 0,5 % (8 años × 0,5 % = 4 %).
Veamos un ejemplo concreto: cuando Luis Díaz fue traspasado del Porto al Liverpool en 2022, se estima que la cifra del movimiento estuvo entre €45 y €50 millones, según fuentes como Sky Sports y Transfermarkt. Supongamos, para efectos del ejemplo, que la transferencia se realizó por €47 millones. En ese caso, el 5% correspondiente al mecanismo de solidaridad serían €2,35 millones, que no fueron para el Porto, sino para los clubes que participaron en la formación del guajiro: Barranquilla FC y Junior, donde estuvo aproximadamente tres años en cada uno.
Según la fórmula, 3 años × 0,5% = 1,5% del valor total de la transferencia. Ese 1,5 % equivale a €705 000. Aproximadamente esa fue la cifra que cada club recibió por su labor formativa en una de las estrellas colombianas que más brillan en el fútbol internacional.
La otra forma en la que un equipo puede recibir dividendos por la venta de un jugador es mediante un porcentaje de venta futura, una cláusula opcional que se negocia al momento de transferir al jugador. Por ejemplo, el club A vende a su futbolista por €3 millones al club B e incluye una cláusula del 20% sobre una futura venta. Años después, el club B lo transfiere por €15 millones y, gracias a dicho
acuerdo, el club A recibe €3 millones adicionales.
En términos macroeconómicos, cada transferencia exitosa refuerza la idea de que Colombia exporta talento de alto nivel, lo que a largo plazo puede atraer inversión, generar nuevas audiencias y abrir espacios para iniciativas privadas y públicas dentro de la industria del deporte.
Y si Colombia exporta talento futbolístico, por mera dinámica comercial también termina importándolo; en el torneo apertura 2025 de la liga colombiana, participaron 69 jugadores extranjeros, que representan alrededor del 11,6 % de los 596 futbolistas inscritos en primera división (según cifras de Transfermarkt), distribuidos en los 20 clubes, donde cada foráneo cumple una prestación especializada de servicios deportivos que, leída desde la óptica de comercio internacional, puede entenderse como una importación de servicios personales, culturales y recreativos.
En conjunto, estos ingresos no solo transforman las finanzas de los clubes, sino que también se integran a una red más amplia de actividades económicas. De esta manera, el fútbol -más allá del espectáculo y la pasión- se consolida como un sector productivo que puede contribuir al crecimiento económico del país de formas directas e indirectas.
Al final, la balanza comercial de estos servicios futbolísticos se juega en dos arcos: Colombia exporta talento, importa experiencia y, en el marcador global, compite por no quedarse en fuera de lugar.








