Javier Díaz Molina: “Uno siempre querrá dejar en las personas parte de su esencia”

En esta nueva entrada de la serie Historias de Vida, creada por Isabel López Giraldo para El Espectador, Javier Díaz Molina, presidente de Analdex Colombia, habla sobre su carrera y el camino que recorrió para trabajar en comercio exterior, su gran pasión. Este recuento de su vida personal y profesional fue publicado, originalmente, en 2017.

Orígenes

Mi familia materna tiene origen campesino. Hace parte de la Colonización Antioqueña que llegó al norte del Tolima. Mi mamá quedó huérfana a los cuatro años así que fue criada por su hermana mayor, quien se convirtió en mi único referente y en el de mis hermanos. Es la tía que funge como abuela. La llamábamos “el pollito” por sus características físicas, pues era pequeñita, dulce, tierna.

Por la raíz paterna hubo mayor arraigo. También eran del norte del Tolima. Mi abuelo trabajaba con el cable que unía a Mariquita con Manizales, medio de transporte de personas, pero también de carga. Recuerdo con claridad que la casa era enorme con árboles frutales y una fuente en la que se bañaban los pájaros.

Mis padres llegaron a Ibagué, mi lugar de nacimiento. La misión de mi papá fue darnos estudio, por lo mismo, la educación fue siempre un tema prioritario. Mi papá decía: “Si algo les dejo es educación”. Siempre he tenido claro que es la mejor herencia que pudimos recibir.

Infancia

Desde pequeño me gustó leer temas literarios y filosóficos. También me apasionaba la historia. Visité con mucha frecuencia la Biblioteca Municipal. Recuerdo con especial admiración a quien fuera mi profesora de filosofía, Nidia de Llanos, del Valle del Cauca, con quien conformamos un grupo de tertulia muy interesante.

También disfruté siempre de esa inquietud artística que me acompañó desde niño. Participé de grupos de teatro del colegio para terminar manejando la semana cultural, una de las labores que atendí en la etapa final en calidad de presidente del Comité, lo que me otorgaba ventajas importantes pues tuve a mi cargo la llave del Colegio y también establecí contactos con otros colegios para organizar todas las actividades culturales.

Hice parte del periódico infantil con un grupo de compañeros. Trabajábamos desde la edición, escribíamos artículos e imprimíamos en un mimeógrafo que era la tecnología de los años 70.

Uno de mis amigos interpretaba bandola, guitarra y tiple, lo que nos condujo a llevar serenatas. Aunque solo nos sabíamos una canción, fue suficiente.

Universidad Nacional

Al terminar bachillerato viajé a estudiar a Bogotá. Quería ser economista, aunque consideré estudiar derecho y en Ibagué, donde mi papá quería que estudiara, solo se ofrecía agronomía, veterinaria y zootecnia, así que me presenté en la Universidad Nacional y en la Tadeo. Pasé en las dos y me decidí por la Nacional. Me instalé en la ciudad viajando con frecuencia a visitar a mis padres a Ibagué, pero la capital me fue atrapando y al terminar no me veía viviendo nuevamente en provincia.

Desde el inicio me concentré en temas de Comercio Exterior, como lo hicieron los padres de la Economía que desarrollaban temas de libre comercio.

Tomaba clases en la mañana y en la tarde visitaba la Biblioteca atendiendo mis responsabilidades académicas. Como vivía cerca de la Universidad, hice combo con estudiantes de todas las áreas de la Nacional, vecinos del sector: nos congregábamos en lo que llamamos “el tinteadero”. Allí iniciamos con tertulias, encuentros que seguimos teniendo pues nos reunimos los sábados de 3.30 p.m. a 5.30 p.m. sin falta desde hace más de cuarenta años, y le llamamos el Síndrome del Lobo, pues no hemos podido olvidar el bosque.

Puedo aseverar que la Universidad sembró en mí el espíritu crítico, el cuestionar todo, el no tragar entero como decía el cofrade, el paisano Palacio Rudas. Beethoven Herrera, profesor al que estimo muchísimo, siempre pidió explicación al “dos más dos” y fue vital en mi proceso de aprendizaje. Podría decir que fue de las cosas que más me sirvió en mi carrera profesional.

Tomado de: El Espectador